Venezuela empieza a salir de la crisis

Por Rubén Darío Zapata

Fotos: Getty images

A diferencia de Colombia, que es noticia en estos días, en el ámbito económico, por un sobreendeudamiento histórico, por la agudización de las desigualdades, de la pobreza extrema y del hambre, Venezuela es noticia por una reactivación económica decidida que la propaganda antirrevolucionaria no ha podido ocultar. Es sorprendente que Colombia, con una gran tradición

agrícola actualmente esté en la lista de la FAO de países amenazados por una hambruna generalizada porque no puede garantizar la seguridad alimentaria en los próximos meses, mientras Venezuela, que durante buena parte de la historia se concentró en la producción petrolera sin mayor estímulo a la producción, hoy, tras los estragos de la pandemia y el bloqueo económico al que lo somete

Estados Unidos, se aboca a un escenario de recuperación. Para entender este fenómeno, primero

deberíamos entender qué es lo que generó esa crisis tan profunda en el hermano país. Hernán Rúa, un colombiano que lleva varios años viviendo en Venezuela y trabaja actualmente con el Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Movimientos sociales, asegura que la crisis ha sido inducida a partir de lo que hoy se conoce como guerra híbrida, multidireccional o multifactorial. “Ya no nos enfrentamos solo a la guerra mediática que conocimos en el último tiempo, de la propaganda falsa y las fake news. Es sobre todo a la guerra económica”, asegura Hernán.

Historia de una infamia

Lo primero que desapareció en el mercado venezolano fue el café. Y eso tiene una explicación:

Venezuela es un pueblo consumidor de café, desde que se levanta. Hay vendedores de café en todas las esquinas. Y, como sabemos, el café es un estimulante que te pone activo; por eso cuando alguien que consume habitualmente el café no lo tiene, se deprime. “Era claro que el objetivo de sustraer el café del mercado era generar depresión -explica Hernán-. Y esto era fácil, porque el café era entonces monopolizado por dos grandes empresas: Fama de América y Café Madrid”. Después desaparecieron los implementos de aseo personal como toallas higiénicas y pañales. Algo muy parecido a lo que ocurrió en Cuba durante los primeros años del bloqueo. Pero aquí era muy particular porque, como país importador, Venezuela traía los pañales de Portugal y de Brasil con subsidios del Estado. Un paquete de 24 pañales, en ese entonces, se conseguía en Venezuela en 200 bolívares, equivalente en ese momento a unos cinco mil pesos colombianos. Ese mismo paquete de pañales aquí en Medellín costaba entre 20 y 25 mil pesos.

Empezó desde allí una cadena creciente de acaparamiento y especulación con los productos de primera necesidad. Un caso emblemático fue el de las fórmulas de leche para bebés, que sustituyen la leche materna y que son controladas por grandes transnacionales como Nestlé. Eso, por supuesto, generó también mucho desespero. Después vino el caso de la harina pan, que era la marca de harina procesada y monopolizada por lo que allá llaman los amos del valle. Son dos familias, casi herederas, según dicen, de los títulos nobiliarios de la corona española en tiempos de la colonia y que controlan, además, los molinos, a pesar de que fueron molinos importados, en décadas pasadas, a través de subsidios del Estado. Explotaban muy bien la tradición de los venezolanos que comen una arepa rellena. Sin ella no hay desayuno, pero además muchas personas pueden resolver con esta arepa el almuerzo y la cena. Lo más preocupante es que este monopolio ni siquiera produce el maíz que les sirve como insumo, sino que lo importan, también con subsidios del Estado.

Cuenta Hernán que los Mendoza, una de las familias que controlan este monopolio, no se contentaron con acaparar el producto y sustraerlo del mercado, sino que empezaron a sacarlo para otros países donde iba creciendo por la migración la colonia venezolana. Entonces la harina pan procesada en Venezuela, que no se conseguía en Venezuela, empezó a verse en Colombia, Miami, Perú y hasta República Dominicana. “Así fue como comenzó a fortalecerse la práctica de un contrabando extractivo, que siempre ha existido en Venezuela, sobre todo con la gasolina”. Y es que la gasolina es altamente subsidiada en Venezuela, pero en Colombia se vende como una de las más caras del mundo. Por eso la venta en Colombia de gasolina subsidiada en Venezuela arroja ganancias extraordinarias.

Ahora el contrabando extractivo cobijaba buena parte de los productos básicos que se importaban en Venezuela con subsidios del Estado. “Todo lo que se importaba en Venezuela -cuenta Hernán-, con dólares preferenciales, terminaba vendiéndose en Cúcuta y otras ciudades de Colombia. También en las Islas del Caribe. El contrabando de extracción se fue extendiendo a la producción agrícola. El café empezó a ser comprado verde por compradores colombianos en pesos. La leche líquida que siempre era procesada en el sur del Lago, por empresas como la Nestlé, nunca retornaba al país como leche en polvo. Entonces el venezolano tenía que ir a Cúcuta a comprar la leche venezolana, la harina venezolana, el azúcar venezolano, que empezó a llegar al propio Valle del Cauca, a la mitad del precio del azúcar Manuelita, por ejemplo. Igual pasaba con la carne, el queso y otros productos de primera necesidad. Todo lo que te puedas imaginar”.

Así, este empresariado venezolano de derecha y monopolista lograba dos objetivos en un solo movimiento: desesperar a la población, sustrayéndole los productos de primera necesidad, obligándola a salir a protestar contra el gobierno, a quien le atribuía la crisis, y enriquecerse al mismo tiempo con el diferencial de precios que implicaba el contrabando de bienes importados con subsidios estatales.

El ataque contra la moneda venezolana

A todo esto, hay que sumarle un ataque sistemático contra la moneda venezolana, que condujo a la economía a una hiperinflación tremenda y prolongada. Esto se lograba mediante la distorsión del cambio de bolívares a dólares mediante la especulación desde algunas páginas web como dólar today, que tiene su sede matriz en Miami, pero se replica en Cúcuta y Caracas. Las casas de cambio en Cúcuta se alinean a la tasa de cambio que impone cada mañana dólar today, que es una cosa virtual y no obedece a ninguna lógica del mercado, sino que se impone arbitrariamente en

una estrategia de atacar la moneda venezolana.

En la economía venezolana siempre circuló mucho el dólar, por el tema del petróleo. Pero cuando viene la especulación por la vía de las páginas web, empieza una hiperinflación inducida, que no es más que una devaluación inducida del bolívar, con un dólar revaluado ficticiamente, que además arrastró al peso. “En buena parte de esa zona fronteriza empezó a circular el peso, y se empezó a trabajar psicológicamente el tema con el mensaje de que el bolívar no valía nada. En San Cristóbal y en toda esa zona fronteriza ya prácticamente no circula el bolívar sino el peso”. Eso ha hecho que los comerciantes, por ejemplo, dejaran de venderle la leche al Estado para atender la población más pobre, pues para eso la subsidiaba y, por tanto, le imponía un control de precios. Los comerciantes preferían venderla en pesos y en Colombia, con lo que obtenían mayores ganancias.

Después vino la extracción de la moneda, un fenómeno bastante paradójico. Aunque la moneda venezolana estaba terriblemente devaluada, hubo una época en que en Cúcuta se pagaba por el billete físico venezolano hasta el triple de su valor. Entonces ya la gente no sacaba solo productos sino bolsas con billetes para vender. “La idea era hacer escasear la moneda en efectivo en Venezuela. Se llegaron a encontrar bodegas con billetes venezolanos en Paraguay y Alemania. Cuando el Estado empezó a recoger esos billetes, pudimos darnos cuenta que había comerciantes que tenían guardados camionados de billetes, mientras en la economía no había circulante”.

A parte de eso el bloqueo

A todo lo anterior, que ya es de por sí bastante infame, hay que sumarle el aún más infame bloqueo de Estados Unidos. Eso implicaba que no podías conseguir un repuesto en el exterior que tuviera, aunque fuera, un tornillo de fabricación gringa. “El problema es que toda la refinería y la industria petrolera en Venezuela funciona con tecnología gringa, inglesa u holandesa. Todo el sector eléctrico venezolano está dominado por la General Electric y Siemens, que montó todos los sistemas de controles automatizados. Por eso los apagones que se volvieron un boom mediático y fueron un sabotaje directo al cerebro electrónico de la mayor hidroeléctrica de Venezuela”.

Pero el bloqueo no solo afectaba al gobierno y las empresas estatales. Muchos empresarios se vieron sin proveedor en el mundo por culpa del bloqueo. “A los comuneros -comenta Hernán- nos tocó volver al arado con bueyes, como parte de la resistencia, porque no se consiguen repuestos para tractores. Pero eso no era posible en la agroindustria”. Por eso el bloqueo terminó parando fuertemente la economía no solo pública sino privada. Pasaron dos años de cero exportaciones de petróleo, porque se paralizaron las refinerías y toda la industria petrolera por culpa del bloqueo.

Por eso Venezuela se quedó sin divisas, lo cual contribuyó a incrementar la inflación, pues es sabido que el principal generador de divisas en Venezuela es el petróleo, que representa el 90% de las exportaciones. Además, dejaron de entrar productos químicos para la agricultura. El bloqueo económico llegó al extremo de convertirse en un bloqueo militar y naval.

La armada gringa no solo rodeó las costas venezolanas, sino que incluso confiscó barcos en altamar que traían productos para Venezuela, entre ellos gasolina y diesel para echar a andar de nuevo las refinerías, productos que luego fueron feriados y subastados en los puertos de Estados Unidos, en una piratería total. Por su parte, la refinería que Venezuela tenía en Estados Unidos fue confiscada por el gobierno gringo, y las reservas internacionales que tenía en oro en Inglaterra fueron confiscadas por el gobierno inglés.

La resistencia del pueblo

Según Hernán, la guerra económica ha generado dos respuestas en el pueblo venezolano. Una, la de la gente que sucumbe a la manipulación mediática y culpa al gobierno de la crisis; asume además que Venezuela es el infierno y salir de allí es llegar al paraíso. Pero al final esos migrantes se estrellan con xenofobia, racismo y competencia por trabajo precario en otros países tan jodidos como Venezuela. La otra reacción es la del que se quedó y asumió, no solo por identidad con el proceso bolivariano sino por el nacionalismo que ha caracterizado a buena parte del pueblo venezolano.

Además, ese pueblo, si bien vivió una reivindicación económica con el periodo del chavismo, donde hubo mucha solvencia gracias a los excelentes precios del petróleo y la política redistributiva, históricamente ha vivido de otra manera. “Los viejos que vivieron la Cuarta República y sufrieron el Caracazo y toda esa época de violencia y hambre, les contaban a las nuevas generaciones que lo que estaban viviendo no era nuevo ni lo peor. ‘¿Qué es una raya más pa’ un tigre?’ ‘Somos el pueblo de las dificultades’. La conciencia y la autoestima del venezolano, que además Chávez se empeñó en resaltar y estimular, emergió como un arma de resistencia”.

Empezó a generarse entonces una ola de emprendimientos. Por ejemplo, después del acaparamiento y saqueo de la harina pan, empezaron a aparecer cientos de miles de procesadoras de masa de maíz. Como no es Mendoza el que produce el maíz, la gente empezó a comprárselo a los agricultores venezolanos y a procesarlo. Surgieron pequeñas agroindustrias de molinos corona, llevados desde Cúcuta, y la gente empezó a vender la masa de maíz fresco. “Aparte, unos proyectos que ya venían impulsándose desde el Estado, de creación de empresas de procesamiento de maíz, se empezaron a fortalecer con esa coyuntura. Hoy tú puedes conseguir en Venezuela hasta 100 marcas de harina de maíz”.

Una parte del empresariado venezolano, nacionalista, empezó a expresarse con un saldo positivo en exportaciones y en una alianza con el gobierno de Maduro comenzaron a diversificarlas, lo cual ha logrado incrementar de forma importante las fuentes de divisas. También las remesas de las miles de familias migrantes ha ayudado a la dinamización de la economía y al sostenimiento de la gente.

Las maniobras del gobierno Hoy se está reportando una producción petrolera de un millón de barriles. “Eso se logró -explica Hernán- por una operación con Irán, que lleva 40 años bloqueado y logró desarrollar a través de ingeniería inversa su industria petrolera sin recurrir a la tecnología gringa. En una operación casi secreta se logró replicar ese avance tecnológico en Venezuela, donde ya se está refinando gasolina y se ha alcanzado el abastecimiento interno. Incluso se está exportando petróleo, prescindiendo de la tecnología gringa”.

Estos son resultados, según Hernán, de la capacidad del gobierno venezolano para relacionarse con el mundo, sobre todo aquel distante de Estados Unidos y Europa: China, Rusia, India, Irán, Turquía, Vietnam, Indochina y varios países de África. “Chávez tuvo la habilidad de formular un proyecto que insistía en la necesidad de avanzar en el relacionamiento en un mundo pluripolar y multicéntrico. Y Maduro, que fue durante seis años su canciller, ha sabido interpretar muy bien ese proyecto”.

Un elemento muy fuerte en la guerra económica contra Venezuela fue la caída del precio del petróleo por debajo de los 20 dólares; llegó a cotizarse incluso en términos negativos en la bolsa. Ello, como consecuencia del fracking desarrollado por Estados Unidos, que hoy ha tenido que recurrir incluso a sus reservas de petróleo. Maduro tuvo la habilidad de proponerle a la OPEP el mecanismo OPEP Plus, es decir, sumar a países productores de petróleo que no hacían parte de la OPEP, como Rusia e Irak, para presionar los precios nuevamente al alza. “¡Imagínate tu sentar a Irán y Arabia Saudita en una mesa para construir un acuerdo de estabilización de precios! Eso implicaba la voluntad

política de todos los países de recortar su producción petrolera. Y Maduro lo logró a través de lo que ha llamado una diplomacia de paz”. La recuperación del precio del petróleo y de la producción petrolera en Venezuela son claves para entender la tendencia a la recuperación de la economía venezolana.

En general, Maduro ha mostrado, según Hernán, una gran habilidad para materializar ese proyecto de Chávez de moverse en un mundo pluripolar y multicéntrico. Con la India, por ejemplo, se ha resuelto buena parte del problema de abastecimiento en productos e instrumentos médicos. Este país apoyó a Venezuela en el periodo más duro de la crisis humanitaria, cuando las grandes transnacionales farmacéuticas se negaron a proveer al país suministros médicos.

Con Rusia se acaba de suscribir un proyecto para la producción de insulina dentro del territorio venezolano, a parte de la producción de la vacuna sputnik. Con la China hay múltiples convenios, entre los que se puede destacar uno para producir automóviles dentro del país. En términos generales,

Venezuela ha mantenido un intercambio de una diversidad de suministros chinos por petróleo. Con Vietnam se desarrolló un proyecto en el que este país envió a Venezuela técnicos para apoyar una proyección de largo plazo en la producción de arroz y gracias a eso Venezuela es hoy por hoy autosuficiente en la producción de este cereal. También ha logrado la autosuficiencia en la producción de maíz y papa, cuya semilla antes era importada de Canadá y con ella, por supuesto, todo el paquete tecnológico. “Lo que hizo el gobierno fue apoyarse en los desarrollos de papa nativa que tenían los comuneros y por ahí se ha logrado un avance muy grande”.

Un indicador del desarrollo en la producción venezolana se puede ver en el comportamiento de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, Claps, un programa para la distribución de alimentos básicos entre las comunidades más pobres. La mayoría de estos alimentos, cuando empezaron a funcionar los Claps en 2016, eran importados; hoy, el 90% de ellos se producen en Venezuela. Y un dato acaso más relevante: estos alimentos nunca se dejaron de distribuir entre las familias, a pesar de lo duro de la crisis, ni siquiera en la pandemia. De hecho, fue uno de los elementos que más ayudó a la población venezolana a soportar la pandemia del covid-19.

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