Cambio climático y veganismo

El pasado mes de noviembre se celebró el día mundial del veganismo, y dicha celebración coincidió con una serie de investigaciones de distintos centros de investigación a nivel mundial que relacionan, de manera estrecha, el consumo de proteína animal con el cambio climático. Sea esta la ocasión para difundir y divulgar los valores de este estilo de vida, e insistir, en general, en un consumo menos alienante y más responsable con nosotros mismos y con la naturaleza.

Ilustración: Ayelén Mariana Vidal

Por Carlos Gustavo Rengifo Árias

¿La culpa es de la vaca?

Por supuesto que no. Pero según una comisión de 37 expertos de 16 países conformada por la revista Lancet y la organización EAT, el excesivo consumo de proteína animal por parte de los humanos sería uno de los responsables del cambio climático. Los datos generales de este impacto son los siguientes:

La huella hídrica que deja la producción de carne es mucho mayor que la que deja la producción de vegetales. De esta manera, para producir un kilo de pollo se necesitan 4.325 litros de agua, para producir un kilo de cerdo unos 5,988 litros y para producir un kilo de res se necesitan 15.415 litros, frente a tan solo 322 litros de agua que se necesitan para producir un kilo de vegetales.

De acuerdo con la última edición del Living Planet Index del World Wide Foundation (WWF), el 60% de los mamíferos, aves, peces y reptiles desaparecieron entre 1970 y 2014. Eso equivale a “eliminar a toda la gente de Norteamérica, Sudamérica, África, Europa, China y Oceanía, así de grande es el impacto”, menciona el director del WWF, Mike Barret en el informe. Adicional a esto, una reciente investigación de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU (PNAS), señala que el 60% de los mamíferos que actualmente hay en la tierra son ganado, solo el 4% son mamíferos salvajes y el 70% de las aves existentes son pollos para consumo humano. Dicho centro señala la contradicción de que, aunque el consumo de vaca, pollo y cerdo solo aporta el 18% de todas las calorías que consumimos, se usan grandes extensiones de tierra para su producción, que alimenta tan solo a unos pocos, pues hoy en el mundo hay 820 millones de personas que viven con hambre.

Todos los informes coinciden en que hacia el 2050 habrá 10.000 millones de personas que alimentar, lo que demanda actualmente un cambio importante en la dieta de los humanos, que sea al mismo tiempo saludable, equitativa y que además disminuya el impacto ambiental sobre el planeta.

El veganismo como una apuesta por el respeto a la vida

Jorge Eliecer Pineda Pérez, activista de 30 años, cercano a movimientos como “La Revolución de la Cuchara” y “AnimaNaturis”, dos organizaciones que le apuestan al veganismo y a la defensa de los derechos de las especies animales no-humanas, comenzó siendo vegetariano tan solo a los doce años, y a los 18 ya no consumía ninguna proteína animal. Jorge coincide con los informes que señalan que la producción y consumo de carne están estrechamente relacionados con la destrucción de la flora, la fauna y el desperdicio de agua a nivel mundial, ya que, como lo señala, se usan más galones de agua para producir un kilo de carne que la que se usa para producir un kilo de trigo. Pero existen razones adicionales, además de la ambiental, para no consumir productos de origen animal; y se sustentan, según él, “en una convicción moral y ética basada en el respeto a las especies animales no humanas, y en la intención de minimizar, al máximo, el dolor de las mismas”.

Para Jorge, los seres humanos estamos dominados por el “Especismo”, creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales (y a las especies vegetales), y ello “justifica” que se les utilice en beneficio propio, sin ninguna consideración ética. Esto hace que tengamos contradicciones a la hora de tratar, de manera distinta, las especies animales. Como él lo señala, “es una contradicción que, a ciertas especies, sobre todo aquellas que usamos como mascotas, les expresemos todo nuestro amor, pero a las que nos sirven de alimento y las especies salvajes, les causemos grave daño”. Adicionalmente, señala, “se produce más alimento para ganado y a la par existe hambruna en el mundo, lo que hace que la situación deje de ser un asunto meramente ambiental y se vuelva un tema social y político”.

Jorge también hace énfasis en la forma en que las especies animales no humanas son tratadas en el proceso de producción. Al respecto, señala que en la producción de proteína animal “hay una violación de los procesos naturales de reproducción y crecimiento de los animales, como la inseminación artificial y la aplicación de hormonas para acelerar su crecimiento. En lo que respecta a la producción de huevos se desecha al macho y se conserva a la hembra, entre otras prácticas”.

Por lo demás, como lo señala Jorge, “en la alimentación de las especies animales se usan productos transgénicos, purinas artificiales, aplicación creciente de hormonas, anabólicos y estabilizantes, sustancias que llegan a nuestro cuerpo y que se configuran en una forma sutil a través de la cual la industria nos envenena; son sustancias que producen problemas renales y de colon en los humanos”.

Consumo consciente como micro resistencia

Para Jorge ser vegano es una apuesta básica para comenzar a generar cambios sociales y culturales, pero no es suficiente ni la única. Señala, entre otras, eliminar el consumo de bebidas gaseosas, vestir con ropa usada para aminorar la contaminación que genera la industria textil, usar medios de transporte alternativos como la bicicleta para reducir la contaminación atmosférica, y promover las practicas agro-ecológicas en la producción de alimentos y prácticas naturistas para el consumo de los mismos, entre otras.

Estas prácticas no derrumbarán de facto la lógica capitalista pero sí “descosifican” nuestras formas de vida y crean otras subjetividades y otras colectividades con prácticas más equilibradas respecto a la naturaleza.

Deja un comentario