La comunidad indígena del Cauca en tiempos del coronavirus

Control vía cerrada, Foto: Comunidad Nasa

Por Álvaro Lopera

Se viven tiempos caóticos en lo social y lo económico. El mundo está amenazado por esa pandemia que se repite aproximadamente cada cien años y que secuestra la vida de millones de personas. En Colombia ésta se vive por triplicado: hambre, crimen y virus. El gobierno de Duque empuja el pueblo al hambre al no adoptar políticas humanas y responsables para que cada familia colombiana tenga lo mínimo en la mesa, a lo que se suma la epidemia de la amenaza y el asesinato de líderes sociales e indígenas. Aún así, los pueblos originarios resisten desde su cultura, su autodeterminación y su unidad.

Día a día se publican los boletines del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), donde denuncian muchas cosas, pero también informan otras que nos llenan de alegría. En el marco de la lucha mundial contra la infección, nos cuentan que los Mayores imparten directrices desde lo alto de su sabiduría ancestral sobre el qué hacer en estos tiempos de incertidumbre. La educación, la producción, la salud, la seguridad, soportes fundamentales de cualquier sociedad, son orientados sabiamente por ellos.

Denuncian la desarmonización del territorio con las innumerables tropelías que los productores agroindustriales impulsan contra ellos: violencia estatal y vejámenes despreciables como el envenenamiento de su ganado vacuno. Todos los días se oyen disparos en los resguardos y sus alrededores –con la excusa de combates contra la insurgencia- y varias veces al mes les toca recoger cadáveres de compañeros comuneros adolescentes, jóvenes o viejos. Pero nada los detiene para continuar la lucha de liberación de la Madre Tierra, que consiste en la recuperación por las vías de hecho de los territorios usurpados por los grandes terratenientes del Cauca.

La cotidianidad

El virus aún no ha ingresado al territorio nasa. Se conoce de un solo caso introducido por un médico que llegó de Cali. Hombres y mujeres salen todos los días a producir, eso sí, con todos los elementos de bioseguridad que la misma comunidad proporciona a falta de la ayuda humanitaria prometida por el gobierno. Este último se comprometió, casi desde el inicio del confinamiento, con el envío de cien mil mercados de los cuales solo ha entregado una mínima parte. Los proyectos comunitarios productivos que funcionan como autodeterminación, y el plan de vida nasa, que está contemplado hasta el año 2050, continúan imparables su desarrollo.

La comunidad que lucha incansablemente por la soberanía alimentaria, resiste. El Tul, como llaman a la huerta casera, es una gran herramienta para la alimentación de la familia. Los niños no van a la escuela, pero sí tienen suficientes programas para desarrollar cerca de sus padres. Los intercambios y ventas de productos agrícolas que se hacen tradicionalmente con Popayán y Cali están paralizados, lo que afecta un poco la economía interna.

La formación estratégica de empresas asociativas mixtas y comunitarias, familiares e interfamiliares, surgidas bajo el techo jurídico de los cabildos, ha servido para impulsar la autodeterminación y el plan de vida. Todo tiene su reglamento detallado y su fondo de solidaridad; allí encontramos café asociativo, chiva asociativa, tienda asociativa, explotación de trucha asociativa, lo que en este tiempo representa una gran fortaleza.

Foto: Karina Gúgu

La educación

A partir del 19 de marzo, el Plan de Vida Proyecto Nasa, de la Asociación de Cabildos Indígenas de Toribío, Tacueyó y San Francisco (municipio de Toribío), en la circular 001, ordenó restricción de movimientos, aglomeraciones de personas y suspendió las actividades académicas presenciales. El puntal de la educación nasa es el Sistema de Educación Indígena Propio e Intercultural- SEIP. En el norte del Cauca, en este período excepcional, orientó estrategias de acompañamiento que ayudan a las familias a dar continuidad a los procesos educativos sin que implique la saturación de contenidos académicos, dando prioridad al fortalecimiento de las relaciones familiares y comunitarias, al cuidado espiritual, a la alimentación propia, la autonomía alimentaria y el cuidado de la Madre Tierra.

En diálogo con Nora, una joven maestra de la comunidad nasa, esta nos explicaba el manejo de la educación de niños y adolescentes: “Los maestros monitorean las familias en cuanto a la producción en el tul y el fortalecimiento de la soberanía alimentaria, el uso y caracterización de semillas y el impulso de la lengua materna. El proceso se define como de impulso de lo cualitativo más que de lo cuantitativo. A los estudiantes y a sus familias se les entrega un plan en donde el educando se ve compelido a producir desde el saber de la familia, lo que llamamos el reencuentro con el saber ancestral”.

Y agrega: “Estamos reajustando la academia a los sueños; hemos empleado el tiempo en el alistamiento y caracterización de las familias, y no le estamos haciendo fuerza a los talleres ni a los medios virtuales, en especial a estos últimos porque tenemos graves problemas con los cortes de energía, internet y hasta con la señal microondas de los celulares. El objetivo es adquirir destrezas en la investigación de los saberes para que desde ahí el estudiante empiece a producir y después haga los intercambios cuando se dé el reencuentro presencial”.

El cuidado de la salud

El distanciamiento entre los comuneros se observa estrictamente, así como los horarios de confinamiento y de entrada y salida de los territorios. Se desinfectan las personas y las motos que vienen de afuera. El lavado de manos y el uso de la mascarilla se impulsa desde las 6 emisoras que tienen en el norte del Cauca. En el centro y sur del territorio existen otras 6 emisoras sin permiso del ministerio de comunicaciones, que también hacen lo propio.

Nora comenta que las orientaciones son precisas: “Se aísla la población en las casas con el protocolo previamente acordado; si se descontrola familiarmente un problema de salud, el paciente es llevado al hospital de primer nivel de Toribío -municipio donde habitan 35.000 nasas-. Si la urgencia es manifiesta, el traslado se hace a Popayán. La tarea básica es la prevención: orientaciones aceptadas y seguidas, cuidados permanentes, control del territorio por la guardia indígena, y el trabajo espiritual y cultural”.

Los Mayores orientan el uso de plantas medicinales –eucalipto, saumerio, ruda y manzanilla, entre otras- para la desinfección, a lo que se suma la producción orgánica de alimentos en el tul y en las distintas asociaciones y cooperativas con que cuenta la comunidad.

El 11 de mayo no se van a alinear con el gobierno, pues “el virus no respeta una fecha”. La unidad de propósitos y la educación perfilada para el buen vivir les ayudará enormemente en estos tiempos de perplejidad mundial.

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